No me gustas mucho pero me pones

Seguro que a muchos de los lectores les habrá pasado una situación similar: terminas enamorándote de una persona que estás seguro que no te hubieses girado para mirar si pasase a tu lado por la calle.

Es muy posible que en un momento de reflexión hayas pensado que es muy curioso que estés con alguien que no tiene nada que ver con el prototipo de persona que normalmente te solía gustar.

¿Te has preguntado alguna vez por qué pasa esto? Pues varios científicos han tratado de dar respuesta a este enigma.

Las conclusiones que han sacado son las que te contamos a continuación.

Al parecer, las teorías que defienden que el amor es el resultado de un complejo proceso biológico en el que las hormonas son las verdaderas protagonistas, aumentan y se ponen de acuerdo en muchos aspectos.

Dependiendo de la etapa de la relación en la que nos encontremos, nuestras hormonas nos hacen sentir de una manera u otra y la elección de la persona de la que nos enamoremos no tiene tanto que ver con el físico.

Hay una primera etapa de lujuria en la que las hormonas protagonistas son la testosterona y el estrógeno.

Más tarde, cuando pasamos al enamoramiento son la adrenalina y la melatonina las hormonas más influyentes.

En la etapa del apego es la oxitocina, que está relacionada con la maternidad la que tiene el papel protagonista.

¿Es entonces ciego el amor?

Pues no. No lo es del todo. Los científicos aún no han llegado a descifrar cuál es el código que usa el cerebro para fijarse en una persona o en otra pero lo que sí se sabe con certeza es que no está relacionado en un 100%, ni tampoco en un 90% con el físico.

En una encuesta realizada, el 78% de los participantes aseguraba que para estar con una persona la atracción era muy importante y, sin embargo, esta atracción con el tiempo adquiere un factor más emocional que físico.

En general nos enamoramos de las personas por lo que nos hacen sentir y por ello es muy probable que acabemos locamente enamorados de alguien que en principio no responde al prototipo físico que siempre nos ha tendido a atraer así que si un día llegas a hacerte la pregunta de cómo has acabado prendido de una persona que en principio no te gustaba demasiado, aquí tienes la respuesta, o al menos la que de momento la ciencia nos puede dar.

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